“¡Si me matan, el pueblo me va hacer un monumento con las tetas bien erguidas!!
FOTO: DIARIO EL PERUANO, 14 DE FEBRERO DE 1992
A fines de 1991 María Elena fue invitada por los dirigentes del asentamiento humano Presidente de la República, ubicado en la urbanización Pachacamac de Villa El Salvador, a participar en la fiesta de inauguración del Proyecto de Agua y Desagüe. Realmente fue un atrevimiento de su parte, puesto que entonces la zona de Pachacamac era controlada por el PCP-SL. De pronto, en plena fiesta un desconocido la invito a bailar, se trataba de un dirigente del PCP-SL, quien luego de discutir con ella la amenazó, “Te vamos a matar”, le dijo a boca de jarro. María Elena se sintió desconcertada y totalmente desprotegida. Sin embargo, de inmediato reacciono y sentenció: “¡Si me matan, el pueblo me va hacer un monumento con las tetas bien erguidas!!”.
Este episodio de su vida nos da cuenta al menos de tres cosas claves. Primero, María Elena sabía que su asesinato era una posibilidad latente desde varios meses antes que ello ocurra, eso hizo que viviera una “vida agónica”. Segundo, existió una polémica, sorda si se quiere, entre María Elena y los miembros del PCP-SL muy poco conocido, que quizá empezó el 9 de setiembre de 1991, cuando María Elena lideró una marcha y pronuncio un conocido discurso en el Monumento a la Mujer contra el terror de Sendero Luminoso en respuesta atentado contra el Centro Acopio de la FEPOMUVES. Días después, el Movimiento Barrial Clasista (una fachada del PCP-SL) difundió un comunicado en que la acusó de robar al pueblo y pretender formar rondas urbanas. La polémica continúo con un conocido comunicado de respuesta firmado por María Elena; y concluye con la Conferencia de Prensa en el Parque Industrial el 14 de febrero de 1992, en el que María Elena demanda a los dirigentes de APEMIVES un deslinde claro con el terrorismo del PCP-SL. Tercero, en la eventualidad que ocurriera su asesinato, como ocurrió, María Elena, en aquel momento de tensión generada por el calor de la discusión con el dirigente del PCP-SL, experiencia que suele permitir el afloramiento del inconsciente, expresó su resolución de vencer a sus adversarios y su propia muerte. Solo así podríamos entender ese reclamo de “un monumento”. En nuestra cultura, los monumentos se ubican en espacios públicos y está reservada para los héroes de la patria y personajes históricos. En este caso, María Elena, en la eventualidad que fuera asesinada por el PCP-SL, reclamó al “Pueblo”, bien podríamos asumir que se refería al “Pueblo Peruano”, recordarla por siempre. Eso no es todo, además, María Elena, enfatizo que su monumento la presente con “las tetas bien erguidas”. Tener las tetas bien erguidas equivaldría a tener “los huevos bien puestos” en la esfera masculina, es decir una mujer valiente, capaz de enfrentar las balas asesinas con la fuerza de sentirse representante de un pueblo que quiere vencer el terror y construir un mundo mejor. De tal modo que podríamos deducir que el deseo último de María Elena fue trascender la muerte y perennizarse en la memoria colectiva del pueblo peruano como una mujer luchadora, valiente, eso es, una Heroína Nacional.
A los seis meses de su muerte, varias dirigentas de la FEPOMUVES se acercaron a la Municipalidad para proponernos colocar la primera piedra de lo debía ser el Monumento de María Elena. Es así que en agosto de 1992, en un evento público, se puso la primera piedra del monumento de María Elena Moyano.
Este episodio de su vida nos da cuenta al menos de tres cosas claves. Primero, María Elena sabía que su asesinato era una posibilidad latente desde varios meses antes que ello ocurra, eso hizo que viviera una “vida agónica”. Segundo, existió una polémica, sorda si se quiere, entre María Elena y los miembros del PCP-SL muy poco conocido, que quizá empezó el 9 de setiembre de 1991, cuando María Elena lideró una marcha y pronuncio un conocido discurso en el Monumento a la Mujer contra el terror de Sendero Luminoso en respuesta atentado contra el Centro Acopio de la FEPOMUVES. Días después, el Movimiento Barrial Clasista (una fachada del PCP-SL) difundió un comunicado en que la acusó de robar al pueblo y pretender formar rondas urbanas. La polémica continúo con un conocido comunicado de respuesta firmado por María Elena; y concluye con la Conferencia de Prensa en el Parque Industrial el 14 de febrero de 1992, en el que María Elena demanda a los dirigentes de APEMIVES un deslinde claro con el terrorismo del PCP-SL. Tercero, en la eventualidad que ocurriera su asesinato, como ocurrió, María Elena, en aquel momento de tensión generada por el calor de la discusión con el dirigente del PCP-SL, experiencia que suele permitir el afloramiento del inconsciente, expresó su resolución de vencer a sus adversarios y su propia muerte. Solo así podríamos entender ese reclamo de “un monumento”. En nuestra cultura, los monumentos se ubican en espacios públicos y está reservada para los héroes de la patria y personajes históricos. En este caso, María Elena, en la eventualidad que fuera asesinada por el PCP-SL, reclamó al “Pueblo”, bien podríamos asumir que se refería al “Pueblo Peruano”, recordarla por siempre. Eso no es todo, además, María Elena, enfatizo que su monumento la presente con “las tetas bien erguidas”. Tener las tetas bien erguidas equivaldría a tener “los huevos bien puestos” en la esfera masculina, es decir una mujer valiente, capaz de enfrentar las balas asesinas con la fuerza de sentirse representante de un pueblo que quiere vencer el terror y construir un mundo mejor. De tal modo que podríamos deducir que el deseo último de María Elena fue trascender la muerte y perennizarse en la memoria colectiva del pueblo peruano como una mujer luchadora, valiente, eso es, una Heroína Nacional.
A los seis meses de su muerte, varias dirigentas de la FEPOMUVES se acercaron a la Municipalidad para proponernos colocar la primera piedra de lo debía ser el Monumento de María Elena. Es así que en agosto de 1992, en un evento público, se puso la primera piedra del monumento de María Elena Moyano.
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